viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Te gusta esta, payica?

Aunque no creo que en la Isleta del Moro haya fondeado nunca un barco que pudiera llevar un ancla de este tamaño, ahí está, anclada no ya en la arena sino en cemento. Como un marinero reloj de sol, viendo pasar el tiempo y las barcas.

2 comentarios:

Empar dijo...

Dejemos volar la imaginación...
El ancla parece sola, pero no lo está, tiene su sombra y con ella juega; y el cemento y su mapa se confabulan, creando su propio libro de aventuras, tal vez para paliar el tedio de su retiro. La de su brazo y su caña trazan un corazón, quizás desfigurado del navegar de la vida, y aún firme a pesar de estar apoyado por la chaveta.
Ya no ejerce en el mar, pero aun nota su brisa, no la acompañan marineros, ni grumetes, pero siempre habrá niños que trepen por su brazo, o amantes que se citen en su cruz.
¿Cómo no me va a gustar? si ella sola encierra tantas cosas.

Gracias.('.')

César dijo...

Hay anclas que hacen más seguro el amarre y comentarios que embellecen la fotografía.
Felicidades a ambos.