lunes, 14 de febrero de 2011

La Chanca, todo un barrio - Carlos Perez-Siquier

Esta fotografía de la Chanca sirve de entrada a la exposición que Perez-Siquier realiza en el Museo Arqueológico de Almería.
En cuanto pude, me acerqué con curiosidad para ver las fotos inéditas de "El entierro" y las colecciones sobre La Chanca en negro y color, que retratan al barrio durante tanto tiempo. Creo que desde 1956.

Las primeras fotos de la exposición son las de "El entierro". Son pocas, y de mala calidad debido a que hubo que recuperarlas de la hoja de contactos.
Las fotos muestran a un muerto en una caja muy oscura y cuatro velones y luego el espacio es de los niños y el que parece ser el enterrador.
Un enjambre de niños ante la casa del muerto, seguramente atraídos por el fotógrafo. Sería verano porque muchos de los chiquillos van sin camiseta. El "enterrador" es un hombre de formas extrañas y de facciones duras y tristes. Una enorme boina y la desvencijada chaqueta le dan un aire entre de "funcionario" y de mozo de cuerda, entre la chiquillería curiosa y la gravedad del drama que se desarrolla dentro de la casa. Un carro de mano con una gran cruz parece que va a ser todo el lujo, o comodidad, para trasladar al difunto. Me extraña este carro en una epoca y sociedad que llevaba sus muertos a hombros, pero ahí está.

El resto de la exposición es conocido y refleja en la primera parte, en blanco y negro, un barrio no solo vivo sino ajetreado de mujeres que van a por agua y niños que juegan en verano vestidos con sus camisetillas, y poco más. Hombres con mono de trabajo, llevando armarios o vendiendo fotos de familia a "dita", o divirtiéndose grotescamente.
Las casas ("como dados") pequeñas y agrupadas según la orografía les va permitiendo. La cal, las calles de tierra, los desniveles, los anchurones por los que pasan mujeres con muletas, todo el barrio, personas, animales y casas pasan por delante de Perez-Siquier como si estuviera instalado ante una "ventana indiscreta". Unos posan para el fotógrafo, otros son fotografiados sin darse cuenta, como suelo decir: por la espalda, pero todos se muestran naturales. Como si ser fotografiados fuera natural, y como si la vida que llevaran fuera tan natural que no podía haber otra vida.

Las fotos en color reflejan por una parte la vida en la Chanca pero como mas "coral", y la serie de "desconchones", muy colorida, es como un libro de estratos para geólogos. En esta parte ya hay pocas fotos, de mayor formato, y los colores de las casas, los vestidos de la gente, sus peinados... indican mas recursos y un cambio.

La impresión que me llevé de la exposición, fue la de coincidir en la ultima parte con un matrimonio ya mayor que me hizo ir despacio para poder escuchar sus comentarios. "Esta es Manolita, de los Marquez" "Mira aquí está Loli, esa pequeñita que se ve al lado del tio José..." "¿Te acuerdas de cuando se encalaba? ¿O cuando conseguiamos pinturas de tal o cual color...?"
"¡No teníamos nada, pero las casas estaban limpias como los chorros del oro!"

El barrio no ha desaparecido, ni el fotógrafo, ni la gente del barrio, ni su idiosincrasia... Aún están vivos y el Domingo estaban en el Museo Arqueológico de Almería.




Víspera de San Valentin.










martes, 8 de febrero de 2011

La Isleta, un mes después

Con un Domingo de espera por delante, me fui al sitio que más satisfacciones me da en cuestión de fotografías, La Isleta. Esta vez lo primero que me llamó la atención al bajar del coche fue un nutrido grupo de personas con cámara fotográfica que avanzaba hacía mi, y que, tras preguntar, quedó identificado como INDALOFOTO, al que ya he escrito para ver que actividades hacen.

Dado que ya era la hora de comer algo, me dirigí al bar La Ola, que casualmente no tenia todas las mesas ocupadas, y me dispuse a disfrutar de una cervecita fresquita con su correspondiente tapa de tortita de camarones que, como se puede apreciar, fue inmediatamente catada cumpliendo el dicho romano "PRIMUM VIVERE, DEINDE FOTOGRAFIARE". Luego vino otra cerveza, otra tapa (esta vez de unas croquetas buenísimas) y aguja con patatas fritas.

Mientras esperaba el café, se acerco este parroquiano que me evocó el titulo de la novela "El viejo y el mar" , salvando las diferencias.

Luego una breve vuelta por la Isleta, en la que mi tendedero favorito no me defraudó.

Y ya camino de casa, una visita a la zona del Auditorio Maestro Padilla para fotografiar la falúa y al amigo Krauss, que se parece muchísimo a él porque lo pone en la base de la estatua.

Y... hasta la próxima.