miércoles, 28 de septiembre de 2011

Shaná tová.

Comienza el año 5772. Feliz Año Nuevo.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Quién sabe...?

Las cosas que pasan en la vida... Ha sido volver de Algeciras y un análisis ha cambiado muchas cosas. Ahora soy diabético y el azúcar me está afectando a la vista. Si ya salía poco a hacer fotos, de momento está complicado salir solo y lejos. Espero que esto se regule pronto.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Una escapada a Algeciras...

Casi dos años después de mi último viaje a Algeciras, me decidí a escaparme un fin de semana para dejar unas flores en la tumba de mis padres, ver a familia y amigos y descansar mis ojos en los verdes campos, los cielos azules y algún que otro rincón de mi infancia de los que van quedando pocos, y mal conservados.

Como es costumbre, me instalé en el Hotel Bahía casi a punto de cerrar la cocina, pero a tiempo de deleitarme en día tan caluroso con unas cervezas muy frías, unos chanquetitos (por la gloria de mi madre) y unas almejas con una salsa exquisita. El postre, del que solo recuerdo su delicioso sabor y que llevaba piñones, no me dio tiempo a fotografiarlo, porque el olor que se percibía a medida que el camarero se acercaba me hizo olvidar la cámara, ante la promesa del dulzor que iba a rematar tan deseada y agradable comida.

















Como no podía ser menos, tuve que echar una siesta de las de pijama, orinal y Padre nuestro que decía Cela, arrullado por el sonido de las olas y algún que otro llanto de niño. Al despertar, la playa había cobrado vida, aunque las madres llamaban a sus criaturas para quitarles la arena, ponerle ropa seca y ponerlos en marcha, entre protestas, juegos y resignación (porque cansarse no se cansan...)





Un instinto atávico me obligó a ponerme el bañador, coger la toalla y bajar a darme un baño. El agua estaba muy fría y tuve que adentrarme bastante para que me cubriera al menos hasta la cintura, no muy lejos de las boyas que señalaban el límite de lo conveniente.








Y me dí un paseo hasta la parada de los autobuses entre castillos de arena ya abandonados por sus constructores, de los que quedaban aún alguna almena de un artístico estilo "molde de cubo de playa" y lo que parecían fosos y puertas. Seguramente los constructores se habrían peleado con alguno de esos niños estúpidos que se dedican a pisotear las obras de arte en arena.

Y recordé... y me vino a la mente la canción de Serrat...

"Quizá porque mi niñez



sigue jugando en tu playa,



y escondido tras las cañas



duerme mi primer amor,



llevo tu luz y tu olor



por donde quiera que vaya,



y amontonado en tu arena



guardo amor, juegos y penas..."




y otras muchas cosas más de un tiempo que, según Rafael, ya no existe...








Aún así... la arena era la misma, los niños eran los mismos que pisoteaban mis castillos y con los que jugaba, después de dos mecos, con las pelotas de NIVEA o de CEPLASTICA, el olor a filete empanado, a plástico de flotador, la arena entre los dedos de los pies, el pelo pegado a la cabeza, las colas para el autobús... Así que cuando se fueron alargando las sombras, te busqué para volver a la calle Ancha con las chanclas en la mano...












Desperté impaciente para fotografiar la salida del sol con el fondo de Gibraltar, como es costumbre.




Con las primeras luces empezaron a desfilar los hiperactivos, insomnes... y las gaviotas.





Y de pronto la sorpresa. Un par de paisanos, con un boliche y la prisa de la ilegalidad, echaron la red frente a mi. Trazaron un semicirculo arrastrando la red y sacaron el copo como yo lo había visto hacer a los pescadores de El Rinconcillo cuando mi padre me llevaba al Hotel Bahía expresamente.
































Cerca del mar. Porque yo nací en el Mediterraneo...