jueves, 29 de diciembre de 2011
2012 Una odisea del ...
A las puertas de un año que sin duda será muy importante para mi y para muchos españoles. Totalmente acojonado, pero con la verguenza torera y el fatalismo de Alatriste diciendo " pero esto es un Tercio Español...", os deseo una feliz entrada de año, que el resto será más bien de " Virgencita que me quede como estaba..."
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Tosantos

y, ya que estaba vestido, despierto y sin nada en concreto que hacer, decido coger el coche en dirección desconocida, aunque no muy lejana...




El pueblecico dista mucho de aquel que sirvió para hacer de Aqaba en "Lawrence de Arabia" (según Wikipedia se rodó en la playa de El Algarrobico).
viernes, 28 de octubre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
lunes, 26 de septiembre de 2011
Quién sabe...?
Las cosas que pasan en la vida... Ha sido volver de Algeciras y un análisis ha cambiado muchas cosas. Ahora soy diabético y el azúcar me está afectando a la vista. Si ya salía poco a hacer fotos, de momento está complicado salir solo y lejos. Espero que esto se regule pronto.
viernes, 23 de septiembre de 2011
Una escapada a Algeciras...
Casi dos años después de mi último viaje a Algeciras, me decidí a escaparme un fin de semana para dejar unas flores en la tumba de mis padres, ver a familia y amigos y descansar mis ojos en los verdes campos, los cielos azules y algún que otro rincón de mi infancia de los que van quedando pocos, y mal conservados.
Como es costumbre, me instalé en el Hotel Bahía casi a punto de cerrar la cocina, pero a tiempo de deleitarme en día tan caluroso con unas cervezas muy frías, unos chanquetitos (por la gloria de mi madre) y unas almejas con una salsa exquisita. El postre, del que solo recuerdo su delicioso sabor y que llevaba piñones, no me dio tiempo a fotografiarlo, porque el olor que se percibía a medida que el camarero se acercaba me hizo olvidar la cámara, ante la promesa del dulzor que iba a rematar tan deseada y agradable comida.



Como no podía ser menos, tuve que echar una siesta de las de pijama, orinal y Padre nuestro que decía Cela, arrullado por el sonido de las olas y algún que otro llanto de niño. Al despertar, la playa había cobrado vida, aunque las madres llamaban a sus criaturas para quitarles la arena, ponerle ropa seca y ponerlos en marcha, entre protestas, juegos y resignación (porque cansarse no se cansan...)
Un instinto atávico me obligó a ponerme el bañador, coger la toalla y bajar a darme un baño. El agua estaba muy fría y tuve que adentrarme bastante para que me cubriera al menos hasta la cintura, no muy lejos de las boyas que señalaban el límite de lo conveniente.
"Quizá porque mi niñez
y otras muchas cosas más de un tiempo que, según Rafael, ya no existe...
Aún así... la arena era la misma, los niños eran los mismos que pisoteaban mis castillos y con los que jugaba, después de dos mecos, con las pelotas de NIVEA o de CEPLASTICA, el olor a filete empanado, a plástico de flotador, la arena entre los dedos de los pies, el pelo pegado a la cabeza, las colas para el autobús... Así que cuando se fueron alargando las sombras, te busqué para volver a la calle Ancha con las chanclas en la mano...

Desperté impaciente para fotografiar la salida del sol con el fondo de Gibraltar, como es costumbre.
Con las primeras luces empezaron a desfilar los hiperactivos, insomnes... y las gaviotas.
Como es costumbre, me instalé en el Hotel Bahía casi a punto de cerrar la cocina, pero a tiempo de deleitarme en día tan caluroso con unas cervezas muy frías, unos chanquetitos (por la gloria de mi madre) y unas almejas con una salsa exquisita. El postre, del que solo recuerdo su delicioso sabor y que llevaba piñones, no me dio tiempo a fotografiarlo, porque el olor que se percibía a medida que el camarero se acercaba me hizo olvidar la cámara, ante la promesa del dulzor que iba a rematar tan deseada y agradable comida.
Como no podía ser menos, tuve que echar una siesta de las de pijama, orinal y Padre nuestro que decía Cela, arrullado por el sonido de las olas y algún que otro llanto de niño. Al despertar, la playa había cobrado vida, aunque las madres llamaban a sus criaturas para quitarles la arena, ponerle ropa seca y ponerlos en marcha, entre protestas, juegos y resignación (porque cansarse no se cansan...)
Un instinto atávico me obligó a ponerme el bañador, coger la toalla y bajar a darme un baño. El agua estaba muy fría y tuve que adentrarme bastante para que me cubriera al menos hasta la cintura, no muy lejos de las boyas que señalaban el límite de lo conveniente.
Y me dí un paseo hasta la parada de los autobuses entre castillos de arena ya abandonados por sus constructores, de los que quedaban aún alguna almena de un artístico estilo "molde de cubo de playa" y lo que parecían fosos y puertas. Seguramente los constructores se habrían peleado con alguno de esos niños estúpidos que se dedican a pisotear las obras de arte en arena.
Y recordé... y me vino a la mente la canción de Serrat...
Y recordé... y me vino a la mente la canción de Serrat...
"Quizá porque mi niñez
sigue jugando en tu playa,
y escondido tras las cañas
duerme mi primer amor,
llevo tu luz y tu olor
por donde quiera que vaya,
y amontonado en tu arena
guardo amor, juegos y penas..."
y otras muchas cosas más de un tiempo que, según Rafael, ya no existe...
viernes, 22 de julio de 2011
viernes, 1 de julio de 2011
Guelva (con el cielo nublao)
miércoles, 30 de marzo de 2011
lunes, 14 de febrero de 2011
La Chanca, todo un barrio - Carlos Perez-Siquier

En cuanto pude, me acerqué con curiosidad para ver las fotos inéditas de "El entierro" y las colecciones sobre La Chanca en negro y color, que retratan al barrio durante tanto tiempo. Creo que desde 1956.
Las primeras fotos de la exposición son las de "El entierro". Son pocas, y de mala calidad debido a que hubo que recuperarlas de la hoja de contactos.
Las fotos muestran a un muerto en una caja muy oscura y cuatro velones y luego el espacio es de los niños y el que parece ser el enterrador.
Un enjambre de niños ante la casa del muerto, seguramente atraídos por el fotógrafo. Sería verano porque muchos de los chiquillos van sin camiseta. El "enterrador" es un hombre de formas extrañas y de facciones duras y tristes. Una enorme boina y la desvencijada chaqueta le dan un aire entre de "funcionario" y de mozo de cuerda, entre la chiquillería curiosa y la gravedad del drama que se desarrolla dentro de la casa. Un carro de mano con una gran cruz parece que va a ser todo el lujo, o comodidad, para trasladar al difunto. Me extraña este carro en una epoca y sociedad que llevaba sus muertos a hombros, pero ahí está.
El resto de la exposición es conocido y refleja en la primera parte, en blanco y negro, un barrio no solo vivo sino ajetreado de mujeres que van a por agua y niños que juegan en verano vestidos con sus camisetillas, y poco más. Hombres con mono de trabajo, llevando armarios o vendiendo fotos de familia a "dita", o divirtiéndose grotescamente.
Las casas ("como dados") pequeñas y agrupadas según la orografía les va permitiendo. La cal, las calles de tierra, los desniveles, los anchurones por los que pasan mujeres con muletas, todo el barrio, personas, animales y casas pasan por delante de Perez-Siquier como si estuviera instalado ante una "ventana indiscreta". Unos posan para el fotógrafo, otros son fotografiados sin darse cuenta, como suelo decir: por la espalda, pero todos se muestran naturales. Como si ser fotografiados fuera natural, y como si la vida que llevaran fuera tan natural que no podía haber otra vida.
Las fotos en color reflejan por una parte la vida en la Chanca pero como mas "coral", y la serie de "desconchones", muy colorida, es como un libro de estratos para geólogos. En esta parte ya hay pocas fotos, de mayor formato, y los colores de las casas, los vestidos de la gente, sus peinados... indican mas recursos y un cambio.
La impresión que me llevé de la exposición, fue la de coincidir en la ultima parte con un matrimonio ya mayor que me hizo ir despacio para poder escuchar sus comentarios. "Esta es Manolita, de los Marquez" "Mira aquí está Loli, esa pequeñita que se ve al lado del tio José..." "¿Te acuerdas de cuando se encalaba? ¿O cuando conseguiamos pinturas de tal o cual color...?"
"¡No teníamos nada, pero las casas estaban limpias como los chorros del oro!"
El barrio no ha desaparecido, ni el fotógrafo, ni la gente del barrio, ni su idiosincrasia... Aún están vivos y el Domingo estaban en el Museo Arqueológico de Almería.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)