Murió ayer.
En Agosto, en la inauguración de su última exposición, el Ayuntamiento le había preparado la sorpresa de imponerle el Escudo de Oro de la Ciudad de Almería, y dedicarle una calle.
Bromeaba sobre que no hubiera sido a título póstumo, con los ojos iluminados por la ilusión y la alegría.
No le conocí personalmente, aunque si a personas cercanas a él, que me contaron de su carácter alegre incluso en momentos difíciles, y me pusieron en contacto con su obra (Cuantos comentarios sobre algunas de sus fotos).
Sus cenizas serán esparcidas en varios lugares del Cabo de Gata, que tanto fotografió.
Almería y la fotografía han perdido un amigo.
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